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sábado, 16 de diciembre de 2023

HOTEL ROGELIA

 

EL hotel ROGELIA

  

         Doña LUCÍA VALEIRAS, recientemente fallecida, y su también fallecido, marido don JUAN ROMERO, regentaron hasta la década de los ochenta el hotel-restaurante de su propiedad, conocido en el pueblo como "O Rogelia", el nombre de la madre de Juan, Rogelia Romero González.

         En un principio, la señora Rogelia tuvo la posada en la casa de Jesús Garriga Cavo, conocido como “O Moucho”, en la Plaza Mayor.

         Como el local resultaba pequeño, la señora Rogelia aceptó la oferta de Don Sinforiano y le alquiló una casa en la Plaza de los Hermanos Prieto.

         Lucita comenzó a trabajar en el Rogelia a los doce años. El trabajo era duro. Los suelos se fregaban de rodillas y el resto de las faenas tampoco eran livianas.

         Al poco de casarse, Lucita y Juan emigraron a Venezuela.

         Al caer enferma la señora Rogelia, se hizo cargo del negocio su hija María hasta que su madre falleció.

Faro de Vigo. 1952

         Al morir la señora Rogelia, los emigrados regresaron, compraron a los otros herederos la parte que les correspondía, se hicieron cargo del negocio y lo modernizaron. Instalaron agua corriente, equiparon la cocina y ampliaron el comedor para cien comensales. Con el tiempo, tuvieron que alzar un piso a la casa y construir un nuevo comedor, con luces a la Avenida.

         Lucita se ocupaba de la cocina y del comedor y Juan de la administración. 

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          «La fama del Rogelia, comenta Lucita, se debía a que era un hotel familiar. Nuestros clientes se sentían seguros porque en caso de enfermedad, Juan se encargaba de llevarlos a su lugar de origen, ya fuera Pontevedra o un pueblo de Asturias.»


         «No nos dio miedo la competencia, ni la del Calaprís, ni la del Celia, que desaparecieron a ir muriendo sus propietarios. En el Celia, se celebraban pocas bodas. También se celebraban algunas en el Pituxo, aunque era más más taberna que restaurante y no tenía clientes fijos.»

         «Nunca estuvimos escasos de clientes. Teníamos lleno de mayo a octubre. Con la llegada del tren, se llenaba la casa de coruñeses.»

         «Nuestros clientes eran gente seria, aunque es verdad que los del hotel Carlos era gente más escogida.»

«El hotel Parque fue un caso aparte y no duró mucho tiempo como tal.»

         «Nuestros clientes, prosigue Lucita, apreciaban el desayuno: café de pota y leche, casi concentrada, al permanecer la tartera encima de la chapa de la cocina económica mucho antes de que empezase el servicio del desayuno.»

         «Los menús de las comidas consistían siempre en dos platos de primero y otros dos de segundo. Venía la gente de Orense a llevar la empanada de bacalao con pasas que hacíamos. Poníamos el cocido al fuego a las siete de la mañana y se enriquecía despacio durante horas con los productos de nuestros cerdos.»

         «Criábamos muchos cerdos y hacíamos chorizos normales y de cebola con pasas, que metíamos en grasa. A última hora dejamos de hacer los de cebola, porque daban mucho trabajo.»

         «Nuestros callos no envidiaban a ninguno de los que se hacían en el pueblo. Yo di recetas de ellos. Como no nos dedicábamos al chiquiteo, no teníamos que competir con los riñones de La Gazpara, ni con las especialidades que servían las otras tabernas.»

         «Los jueves y los domingos, añade Lucita, dábamos cañas de postre. Era mi tía “Chucha” Valeiras, hermana de mi padre, la que se ocupaba de ellas.»

         «Había clientes, algunos de Sevilla, que se desviaban de su ruta hacia la Coruña para llevar cañas. Se las proporcionábamos, pero les advertíamos que nuestras cañas no servían para llevar. Hoy ya se hacen de otra manera.»

         «Al casarse mi tía Chucha con Alfonso Cerviño “o Chafallas”, se pusieron por su cuenta y abrieron la Pastelería Cerviño

         «Antes de vender el negocio solo dábamos camas a los clientes de siempre. Iban a comer fuera, pero servíamos algunas cenas.»

(Charla con Lucita el 18 de julio de 2016)


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          Lucita no menciona a ningún cliente en particular. Pero es evidente, que su comedor fue frecuentado por gente “conocida” y escenario de múltiples eventos.

(Cantigueiro de Orcellón. Fundación Manuel María de Estudios Gallegos. 2016, p. 17).

Homenaje despedida a Fariñas Jamardo



 

 

 

 

 

 

 

 

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